Un articulo por Giovanni Matranga*
La principal ocupación de la comunidad de Chipaya es el trabajo de campo, la primera cosecha es la quinua, seguida de papas y cañahua. El cultivo de la quinua es más que un trabajo, representa el fuerte vínculo entre los Chipayas y la Pachamama. Uno de los mayores desafíos que enfrentaron los Chipayas al establecerse en estas tierras, ha sido la adaptación a un entorno pedoclimático hostil a la agricultura. De hecho, el clima es lo que puede clasificarse como Estepario – peridesértico, con una temporada de lluvias corta que se extiende de enero a marzo y una temporada principalmente seca de abril a diciembre. La precipitación anual varía de 200 a 400 mm, que se distribuyen en los meses más cálidos. Otra característica es el fuerte rango de temperatura entre el día y la noche, que incluso puede alcanzar una diferencia de 20°, con máximos anuales de 20° y mínimos de -15°. Además, el suelo se caracteriza por concentraciones muy altas de sal, lo que lo hace inadecuado para la mayoría de las plantas en la base de la nutrición humana. Con la excepción de la quinua, que tiene un ciclo vegetativo lo suficientemente corto como para escapar del frío y el invierno seco, y es capaz de soportar la salinidad del suelo más que bien. Además, a lo largo de las generaciones, la comunidad de Chipaya ha desarrollado una estrategia agronómica sofisticada y efectiva, que ha permitido que la técnica de Lameo mejore considerablemente con el tiempo, con una mejora significativa en la estructura y fertilidad del suelo.
El lameo es una práctica que consiste en inundar la superficie que está destinada a la siembra de quinua, creando espejos sugerentes de agua y un entorno favorable para la flora acuática, con consecuencias positivas de las cuales hablaremos. La inundación de los campos es posible gracias a una densa red de canales, que se ejecuta de forma periódica o permanente por el agua que fluye desde los ríos Lauca y Barras. Los canales llevan el agua del río a los campos y, a través de una serie de pequeñas represas, barreras y aberturas llamadas chacuas, se dirigen hacia la superficie elegida para la siembra de quinua, donde permanece durante un mes o más. El canal se deja abierto todo el tiempo, de modo que el agua no se estanque, sino que se recicla lentamente. Después de este período, el canal se cierra y el agua se filtra lentamente hacia abajo, dejando primero un terreno pantanoso hasta uno listo para sembrar. El tipo de agricultura se remonta a barbecho, desde la tierra donde se cosecha la quinua, reaparece la vegetación espontánea de la pradera, se deja pastar durante los próximos tres o cuatro años, durante los cuales se hace el lameo. El período de inundación ocurre principalmente durante la temporada de lluvias, y durante los meses de mayo y junio, donde ejerce un propósito adicional, a saber, la congelación del suelo y de las malezas.
Los efectos de mejora traídos por esta técnica son múltiples, y de extraordinaria sinergia con el contexto pedoclimático, el primer efecto apreciable es el lavado de la sal por el movimiento hacia el fondo del agua, una operación fundamental para la supervivencia del cultivo o cuánto menos por el aumento de la producción de granos. Además, la inundación de los campos da un aumento notable en la fertilidad del suelo por dos razones: al ser el agua que viene del río, está cargada de desechos orgánicos y microorganismos que, al asentarse en el suelo, aumentan el porcentaje de sustancia orgánica, otro factor es la proliferación en estanques de organismos, tales como algas y bacterias, capaces, a través de la fotosíntesis y la fijación de nitrógeno, de almacenar carbono y nitrógeno atmosférico, los dos macronutrientes esenciales para la estabilización de la sustancia orgánica y para la fertilidad del suelo. Parte de la materia orgánica traída por el río y desarrollada in situ se estabiliza posteriormente en formas moleculares muy complejas, a través de procesos de fermentación anaeróbica debido a las condiciones anóxicas del suelo. Finalmente, la inundación llevada a cabo durante los meses de invierno, donde las temperaturas nocturnas caen muy por debajo de cero, permite que las capas de suelo se congelen. La congelación hace que la vegetación presente en el suelo muera, además del efecto de la diferencia de volumen entre el agua en un estado líquido y sólido, genera procesos de perturbación física, preparando así un suelo que tiene una macro y una micro estructura adecuadas para la siembra y para la profundización radical, en la práctica la congelación lleva a cabo una especie de arado natural del suelo.
A lo largo de los años, el compromiso de COOPI de beneficiar el trabajo agrícola de la comunidad ha sido de un tipo diferente, a través de ayuda directa e indirecta, como la compra de bombas de riego y la compra de combustible para trabajos de construcción periódicos, presas, barreras protectoras y canales. Actualmente se está realizando una colaboración con el Departamento de Agronomía de la Universidad Técnica de Oruro, como parte de un proyecto de investigación científica que busca investigar las propiedades de la mejora del lameo en el suelo agrícola, a través de análisis de laboratorio que establecen las propiedades físico-químico-bioquímicas del suelo antes y después de la técnica lameo.
El resultado de este procesamiento tradicional es, por lo tanto, un suelo mejorado en sus características químicas, bioquímicas y físicas; una estrategia de resiliencia y adaptación que ha permitido a las personas Chipaya auto sostenerse durante siglos en una tierra difícil, refugio para una comunidad comprometida, en todos los aspectos de la vida cotidiana, a la preservación de su cultura milenaria.
Giovanni Matranga, estudiante de la Università di Torino, del máster en Agro-ecología, está haciendo una investigación, por parte de COOPI, sobre la producción de la quinua en la comunidad Chipaya, bajo el marco del proyecto “Chipaya, memorias del agua y del viento”, en colaboración con la Universidad Técnica de Oruro y del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal.